Friday, August 8, 2014

La conciencia y su conexión con la curación

 

Durante las cuatro últimas décadas se ha escrito mucho sobre el papel de la mente en la salud. Nuestras actitudes tienen un papel importantísimo en la creación y la destrucción de la salud corporal. 

La depresión, por ejemplo, no sólo afecta a la capacidad para sanar, sino que deteriora directamente el sistema inmunitario. El enfado, la amargura, la rabia y el resentimiento obstaculizan el proceso de curación, cuando no lo impiden totalmente. 

La voluntad de sanar tiene un enorme poder, y sin ese poder interior una enfermedad suele salirse con la suya. Gracias a esta nueva forma de entender, el poder de la conciencia está recibiendo un lugar oficial en el modelo médico de la salud y la enfermedad.
 

Es sorprendente cuántas personas reconocen que la experiencia de una enfermedad las motivó a dirigir su atención hacia el interior y a examinar atentamente sus actitudes y estilo de vida. Todas describen esencialmente el mismo proceso de recuperación: el viaje desde la mente personal hacia la mente impersonal.

Al principio, al enterarse del diagnóstico, el miedo les invade la mente. Pero, como dice la mayoría, una vez que se enfrentan consigo mismas, comprenden que ya presentían que algo iba mal, aunque descartaban ese presentimiento por miedo. Eso es importante, porque nuestra orientación intuitiva nos avisa cuando hay una fuga de poder en el cuerpo. 


Cuando el miedo va disminuyendo poco a poco, se vuelven hacia dentro para revisar el contenido de su mente y su información emocional. Así es como estas personas comienzan el proceso de adquirir una coherencia mental y emocional, o de tomar conciencia de la distancia que existe entre lo que piensan y lo que sienten. La curación exige la unión de la mente y el corazón, y por lo general es la mente la que debe ajustarse a los sentimientos, que con mucha frecuencia no hemos respetado en nuestras decisiones cotidianas.

Así, las personas exponen las medidas que han lomado para reorganizar su vida, dando voz creadora a sus sentimientos en sus actividades diarias.
 

La historia de Sylvia ilustra este viaje a la conciencia de corazón y mente. Le diagnosticaron cáncer de mama y le extirparon los dos pechos. El cáncer se le había extendido también a algunos ganglios linfáticos. Habría sido natural que pensara constantemente en el cáncer, pero ella se separó de la idea del cáncer y se concentró en el estrés que había contaminado su energía. Revisó sus miedos y el dominio que ejercían en su psique, y reconoció que le aterraba estar sola. El cáncer se le había desarrollado poco después de divorciarse. 

Habría sido natural que se centrara en su sentimiento de soledad y en su amargura por el divorcio, pero se comprometió a encontrar algo de valor cada día de su vida. Resolvió no pensar en el ayer, sino apreciar todas las cosas buenas que le habían ocurrido y dejar que se marcharan las experiencias dolorosas, entre ellas el divorcio. Con frecuencia sentía tristeza por su situación, pero, en lugar de vivir en esa tristeza, lloraba y después pasaba a otra cosa. Luego comenzó a ayudar a otras personas a recuperarse del cáncer, lo cual dio a su vida un nuevo sentido y finalidad. 

Desde la perspectiva simbólica, se convirtió en «ordenada», es decir, que el poder que transmitía a otras personas le era devuelto mediante el reconocimiento y la gratitud de aquellos a quienes ayudaba. Jamás había experimentado ese grado de valía personal. A los seis meses su organismo estaba libre de cáncer.
 

Un aspecto de tomar conciencia es vivir en el momento presente y apreciar cada día. Sylvia fue capaz de separarse de su pasado y crearse una nueva vida que tenía sentido y finalidad: ésta es la definición de hacerse impersonal respecto a una crisis de la vida personal. Aunque había enfermado de cáncer, se apoyó en la verdad de que un espíritu poderoso es capaz de sanar un cuerpo enfermo, de que la mente impersonal ejerce autoridad sobre la experiencia personal. Una y otra vez he sido testigo de que la curación es cuestión de tomar conciencia, no de la enfermedad, sino de la fuerza vital que antes nunca se ha abrazado.

ANATOMÍA DEL ESPÍRITU
CAROLINE MYSS